En una frase, un abrazo, y me acerca.
Sus brazos en mi cintura y me aprieta contra sí. Sus besos en mi cuello derivan en mordiscos, al principio suaves, luego más fuertes. Su mano en mi nuca mientras me acerca a su boca sin dejarme huir, sin dejarme apenas concentrarme. Me muerde la oreja y pasa su lengua por ella.
Me mira. Me mira y no me deja irme. Me mira como si solo estuviéramos los dos.
Pasa las manos por mi trasero mientras se enciende, y yo con él. Muerde sus labios, pasa su lengua por ellos. Se coloca encima mío. Entierra su cara en mi cuello y continua bajando. Y al llegar a mi pecho, para.
Y me vuelve a mirar como si no hubiera un mañana, como si no se tuviera que marchar, como si solo existiéramos nosotros y ese momento tan perfecto.