viernes

Obsesiones.

Yo no sería nada sin mis pequeñas obsesiones. Al igual que tú.
Yo, por ejemplo, no empiezo ni termino el día sin mirar algún que otro perfil de las redes sociales de las que participo (Oh, efímera juventud y su dichosa tecnología).
Si no tengo ordenador TODOS los archivos de mi ordenador, me vuelvo loca.
Me pongo nerviosa y malhumorada si no escucho alguna cancioncilla en una hora, sea del tipo que sea y de cualquier manera.
Al menos he recuperado mis ganas de tinta negra sobre el papel, de los coloridos rotuladores de punta fina y las auto-excusas para violar la pureza de una hoja impoluta. Ensuciarla. Con garabatos. Palabras sueltas. Pensamientos rápidos. Reflexiones. Frases de canciones. Listas de "por hacer" que he escrito sin sentido una y otra vez, insaciable.
Para quien no haya sentido nunca la "llamada del papel", no sabrán de lo que estoy hablando. Esta imperante necesidad de plasmar cada impulso en un folio. Los que sí lo sentís, entenderéis esa sensación tan satisfactoria e increíble de llenar hojas y hojas con historias, relatos, tonterías.
Ese ansia de aventurarse de tu mente, un reto hacia lo que deriva tu imaginación. Esa magia. Pura magia. Tú y un cuaderno que no es profanado por la tinta es una de las mayores pruebas de libertad que puede haber, ya que nadie puede detenerte. Nadie puede adentrarse en el mundo de tus ideas. Es la muestra de que no vas a ser juzgado. Tú en tu máximo esplendor.