domingo

Brainstorm, número 1537.

El cuerpo me demanda vomitar en forma de frase virtual, una vez más. Sin control, sin detenerme. Por el palpitar martilleante de esa sensación que me carcome cada poco a poco y cada tres mil años luz. Por eso voy a continuar con mi terapia de aporrear teclas hasta que me sienta mejor. O no. Y, hablando mal y pronto (sintiéndolo mucho), me puede sudar tremendamente la polla que parezcan pensamientos de raja-venas de segunda o de crisis de los 20 (si eso es que existe)

Que obligatoria se ve la "pertenencia" (de todos los aspectos) en nuestra sociedad. A una secta, a una pareja, a un/os amigo/s, a una compañía telefónica, a un lugar, a un grupo de almas en pena o a una marca de cerveza. Mismo me da, me da lo mismo. Es incesante el bombardeo, la necesidad de cerrarse en banda en torno a algo / alguien / varios en conjunto, y en paz y armonía (o eso nos hacen creer que es). Inventan la Necesidad (con mayúscula) por la masa uniformada, por la cantinela del "Tú nunca debes estar solo, tú debes estar en algún lugar y hacer X o Y para sentirte completo".

Creo que he intentado encajar cada combinación que me he encontrado. En sus cánones y en los míos, Sus expectativas y las propias. He probado hasta la mezcla de ambas, y sigo sin sentirme entera. Me he amoldado y he buscado nuevos lugares en los que no forzar la pieza que formo. Pero nunca parece ser suficiente, ni para mí, ni para nadie. Al final acabamos todos siendo extraños que nos miramos con desconfianza y recelo.

No sé si es ansiedad propia, si puede haber alguien que le ocurra, o somos todos los que estamos así. Pero es ese pequeño retumbe dentro de la cabeza que, sin pausa pero sin prisa, se dedica a decirte "No perteneces aquí, no perteneces aquí, no perteneces aquí".

No me confundas, no busco un alma gemela, ni un grupo de amigos tipo "Friends" (porque, principalmente, nunca he sentido ese tipo de conexión ni unión de la que tanto se alardea como en los medios ni en la realidad), ni nada similar. Solo el buscar un lugar en el que, en algún momento, no ser un forastero entre lo que solía ser "mi ciudad", "mi lugar", "mis amistades", "mi mundo". Es volver y tener la sensación de que me asfixio, sin avanzar y a lo mismo de siempre; y lo peor de todo, sin haberme aclarado con qué coño hacer para detener esto.

Mi cuerpo pide tierras lejanas, lo lleva pidiendo muchos años. Necesito salir de aquí, pero ya.