sábado

Boom.

Me estremezco. Que le voy a hacer. Me abruma ese momento en que me coges la cabeza entre tus manos y me besas. Cuando te escapas de mis brazos y vas a hacer cualquier cosa, mientras te persigo con la mirada hambrienta. A veces, parece que lo haces a propósito. Otras, lo envuelves todo de un aura casual y me dan ganas de comerte. Revoloteas, paras y vuelves a alzar el vuelo. Inquieto. Curioso. Fascinante.
Supuestamente, las palabras y el planteamiento de la información debería ser mi elemento, pero sigo siendo una novata y caigo en el texto fácil y la mala escritura. Así que, a pesar de sonar pedante y cursi, me atreveré a plasmar este batiburrillo de ideas a riesgo de perder lectores (a saber si existen) y mi intento de ser un impávido adulto que puebla este planeta. Solo en este caso en concreto, porque sí. Cualquier estímulo es bueno para el vicio de la tinta sobre el papel. Y, la verdad, esta es una gran persuasión.
Nada me tienta más que tus yemas sobre mi piel y tus ojos anhelantes de mis reacciones. Tu sonrisa bajo el sol son los suspiros que los recuerdos me arrancan. Es extraño el momento en que mis acciones cobran repentinamente importancia y calculo cada paso. No quiero dejar nada fuera de control, ni dentro ni fuera, no vaya a ser que me pierda por el camino (A pesar de fallar en la práctica).
Lo que peor llevo es ver cómo se aleja, y el tiempo. Mi pan de cada día es maldecirlo. Mi mantra particular es hacer vudú al calendario, a las horas. Esperando el momento en que mi ser haga boom, y vuelta a empezar.

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